martes, 4 de mayo de 2010

LA LIBERTAD DE PRENSA

La madurez de una democracia no debiera medirse únicamente por la celebración periódica de elecciones libres y transparentes. Uno de los indicadores básicos para establecer qué tan enraizado está el ideal democrático en un régimen político consiste en verificar si es que este garantiza una plena e irrestricta libertad de prensa. Si el gobierno acosa o reprime a los medios que critican o permite a otros atentar contra quienes difunden noticias o puntos de vista discordantes, las elecciones que celebre serán más una coartada para legitimar la arbitrariedad y el autoritarismo que una demostración soberana de la voluntad popular. Si una democracia fuerte se funda en la opinión libre y plural de sus ciudadanos, corresponde a los medios contribuir a formar esa opinión informando con veracidad, independencia y equilibrio.

Pero la defensa de este invalorable derecho tiene sus costos y cada vez el riesgo es mayor. De allí que el Día Internacional de la Libertad de Prensa, instaurado por la Unesco, el 3 de mayo, haya sido conmemorado en todo el mundo con un minuto de silencio. La difusión de preocupantes reportes sobre el escaso respeto a la libertad de prensa en varias regiones del mundo revela que no hay nada que celebrar.

Según datos difundidos ayer por el Instituto Internacional de Seguridad de la Prensa, en lo que va del año, 42 periodistas han muerto en incidentes de violencia relacionados con su profesión. Solo en abril se reportó el asesinato de 15 periodistas. Y México parece ser el lugar más peligroso para el ejercicio del periodismo: siete reporteros fueron asesinados entre enero y abril de este año. Un número similar de periodistas caídos registra Honduras en el mismo periodo. Otros países con similar índice de peligrosidad son Colombia, Paquistán y Nigeria. Si la tendencia se sostiene hasta diciembre, el 2010 podría ser el año con el registro más alto de periodistas asesinados.

Definitivamente, no son buenos tiempos para la libertad de prensa. Al panorama sombrío antes reseñado debe agregarse la antagónica y hostil relación que exhibe el poder político ante los medios de comunicación en por lo menos seis países de la región (Venezuela, Ecuador, Colombia, Bolivia, Argentina y Nicaragua). Cierto es que en el Perú de hoy hay libertad de prensa (aún cuando tenemos hechos que la ensombrecen como el cierre de seis emisoras en el interior del país, entre ellas Radio La Voz de Bagua, en lo que constituye una clara muestra de represalia política). Sin derecho a la información, sin duda sería imposible el descubrimiento de casos de corrupción gubernamental, como el tráfico de terrenos orquestado desde Cofopri. Defendamos el derecho a informar, sin presiones, amenazas ni hostigamientos. Con una prensa independiente y fiscalizadora la democracia siempre se fortalece. (La República 04/05/2010)

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