martes, 18 de mayo de 2010

LOS SILENCIOSOS ASESINATOS EN HONDURAS

(Guillermo Giacosa / Perú.21 05/05/2010) ¿Se acuerdan de Honduras? Bueno, está en el mismo lugar, gobernada por los que siempre la gobernaron, salvo el periodo de Zelaya, en el que este terrateniente con sombrero a lo Sandino tuvo un ataque de responsabilidad social y, como era lógico, terminó defenestrado. Repararon ustedes en que la prensa parece haber olvidado a ese pequeño país centroamericano. Supondrán, dado el silencio, que han llegado tiempos mejores y que la pesadilla quedó atrás. Nada de eso, la pesadilla continúa con decenas de muertos entre los que se encuentran periodistas, sindicalistas y dirigentes populares. La estrategia mediática que ocurrirá con el derrame de petróleo provocado por la British Petroleum es ignorar a Honduras. Allí se restableció la 'democracia’ que complace a los gringos, y a otra cosa. Cuanto menos se mencione al país, mejor, sobre todo si no existe ninguna noticia que pruebe que el pueblo de la pequeña nación manifieste estar satisfecho con su destino.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió al Gobierno hondureño un informe sobre los asesinatos de seis periodistas producidos este año (ocho, según otras fuentes); el último fue Jorge Orellana, asesinado el pasado 20 de abril. El organismo de DD.HH. expresó “su preocupación por el alto tributo pagado por los periodistas”.

Orellana tenía una escuela de ballet, era poeta, escribió para Cronopios, el suplemento cultural del diario Tiempo, y se supone que militó, en el pasado, en un partido político de izquierda. La impunidad con la que se lo mató, al igual que a los otros periodistas, lleva a pensar que las estructuras de seguridad del Estado protegen a los asesinos. Como ve, hay noticias sobre Honduras que merecen algo más que la reproducción del cable informativo. No sería saludable preguntarse qué está haciendo Porfirio Lobo, el nuevo presidente, respecto a lo que ocurre y cuáles son las reacciones del Departamento de Estado de EE.UU., que fue cómplice de la destitución de Zelaya y, por tanto, es ahora corresponsable de lo que ocurra.

Escribo esta nota horas antes de que se reúna Unasur, en la Argentina, donde se hablará de Honduras y donde, esperamos, habrá una nueva reflexión en torno al golpe de Estado que depuso a Manuel Zelaya y los acontecimientos posteriores que incluyen, como es lógico, los asesinatos mencionados, más el clima de persecución política que se está viviendo en la nación centroamericana. Vuelvo a instar, como ayer, a los estudiantes de Ciencias de la Comunicación a escarbar, escarbar y seguir escarbando, no solo en aquellos hechos que, de repente, se pierden en el silencio –como es el caso de Honduras– sino también en el tenor y veracidad de las informaciones y las acusaciones que reciben quienes no creen que la democracia y el libre mercado constituyen un matrimonio perfecto. Los invito a investigar, a formarse sus propias ideas y a desarrollar, sobre todo, un espíritu crítico que les permita cumplir lúcidamente con sus responsabilidades periodísticas.

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